El gran salto a la historia

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El capitán de Ejército Alberto Larraguibel y su caballo “Huaso”, lograron una de las proezas más recordadas de la equitación nacional.

El 5 de febrero de 1949 y en la cancha de saltos del regimiento de Coraceros de Viña del Mar, el capitán Alberto Larraguibel, montando al caballo “Huaso”, saltó una altura de dos metros y cuarenta y siete centímetros. Ese salto representó el punto más alto que alcanzaba el deporte chileno en toda su trayectoria histórica. Porque nadie antes había alcanzado una altura igual. Cuando “Huaso” y su jinete tocaron nuevamente el suelo, después de su salto prodigioso, Chile poseía el primer récord mundial de su historia.

El capitán Larraguibel adiestró a “Huaso” más de dos años, encaminando todo el programa de entrenamiento a la consecución del récord. Fue una trayectoria científicamente trazada. Primero el récord nacional, después el sudamericano y finalmente el mundial. La habilidad innata de jinete de Larraguibel se sumó a una imperturbable serenidad, que le permitió tranquilizar a su montura cuando ésta rehusó el salto en la primera tentativa, y una comprensión total del temperamento y la idiosincrasia de “Huaso”. “Hay jinetes que pretenden imponerse violentamente a sus caballos. Larraguibel no. Él se dedicó a comprenderlo y, cuando saltaron los dos metros y cuarenta y siete centímetros, eran dos buenos amigos. Si no, no los habrían saltado”, escribía Pepe Nava en la revista Estadio de 1950.

“Después (o quizás antes) está “Huaso”. Para él, el récord mundial significó la regeneración de una vida perdida. Criado para correr en los hipódromos, sus tentativas en tal sentido culminaron en el más absoluto fracaso. Perdedor a los seis años, fue retirado, condenado aparentemente al anonimato total. Luego presintió su potencia, y aunque indócil, Larraguibel lo prefirió para su gran tentativa. Y “Huaso” respondió notablemente. Como en esas historias románticas en que un niño recogido del arroyo termina enriqueciendo a su favorecedor”, afirma Nava en su nota.

El momento histórico de aquella tarde del 5 de febrero de 1949 es recordado por el propio Larraguibel: “En el primer intento, calculé mal la distancia y le permití rehusar. Si lo hubiera huasqueado, el caballo se habría puesto nervioso, porque un animal se da cuenta cuando se le está pidiendo algo superior a sus fuerzas. En el segundo debo haberme equivocado en un centímetro porque “Huaso” pasó las manos, pero rozó con el vientre y las patas posteriores, y botó la vara...Quedaba el tercer y último intento. Volví a calcular las batidas y en el instante preciso nos elevamos...El momento más difícil fue la cúspide del salto. Mis ojos estaban a cuatro metros de altura y tenía la sensación de caer en picada. La más leve vacilación en mí, “Huaso la había sentido; habría dejado sus patas atrás y hubiéramos rodado juntos, pero pasamos. Fue un momento eterno. No escuché un solo grito y pensé que algo había salido mal, aunque no sentí caer las varas...” Pero ahí surgió el estruendo de la ovación. El público invadió el picadero y paseó en andas al héroe ecuestre.​
 

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‘Huaso’, un Macho Fiel

Según las propias palabras de Alberto Larraguibel, “Huaso era un macho colorado, con estrella blanca en la frente. Nació en 1933, como ‘Faithful’ (Fiel), hijo de ‘Henry Lee’ y ‘Trémula’. En los hipódromos no le fue nada bien. Era demasiado vehemente, poco dócil y un tanto nervioso”.

Fue comprado por el Capitán de Ejército Gaspar Lueje , Campeón Nacional de Adiestramiento en la década de los 40. Pagó cuatro mil pesos de la época y se llevó un fina sangre hermoso, de color mulato claro, con una estrella blanca en la frente, que poseía excelentes aires y un muy buen accionar, con una alzada de 1,68 m. La idea era prepararlo para la disciplina de adiestramiento. Pero tampoco resultó. Cuando recién estaba iniciando su trabajo en la doma, sufrió un accidente al enterrarse un fierro en la nalga izquierda, que casi le costó la vida. El animal se recuperó, pero quedó con una leve claudicación de su posterior izquierdo, que le impidió continuar en esa disciplina.

El salto sería su última oportunidad. Además, ‘Huaso’ conservaba su gran potencia. Sin embargo, no dio los resultados esperados, pues tenía problemas con las agrupaciones y siempre cometía algún derribo.
Una tarde, mientras era trabajado suelto en el picadero, saltó en forma espectacular el muro, pasando libremente una altura de 2 metros. Si se considera el piso blando del picadero, equivalía a saltar casi 2,30 metros de altura.

Casualmente se encontraba allí el Maestro de Equitación Rafael Montti Roa, quien observó el episodio y entonces quedó sellado el destino de ‘Faithful’: el salto en altura. El caballo fue comprado por el Ejército de Chile y destinado a la Escuela de Caballería de Quillota, donde recién había asumido el cargo de Jefe de la Escuela de Equitación el mayor Montti.
Fue el Director de la Escuela de Caballería, el Coronel Gálvez, quien propuso a la Dirección de Fomento Equino y Remonta cambiar el nombre a ‘Faithful’ y rebautizarlo como ‘Huaso’. “Es que siempre destacó por su personalidad, inteligencia y espíritu”, contaba Larraguibel con frecuencia.

En 1949, al momento de la hazaña, el macho colorado y con estrella blanca en la frente tenía ya 16 años, una edad algo madura para un logro de esa magnitud. Luego de batir el Récord Mundial de Salto Alto, ‘Huaso’ pasó a un merecido descanso en la Escuela de Caballería, donde tenía el derecho de pasearse por los prados y jardines sin que nadie lo montara hasta el día de su muerte, el 24 de agosto de 1961, habiendo cumplido 29 años. Otro récord para este noble equino, cuyos restos descansan en Quillota.​
 
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